El Adelantado de Segovia. Crónicas del Sentimieto.
La casa museo de Machado, a iniciativa de la Academia de San Quirce, ha sido declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento. ¡Gracias! En ella vivió 13 años nuestro poeta.
Somos machadianos por muchas razones. Su amancebamiento con Segovia arranca en 1912, cuando, camino de Valsaín, saluda a una sierra que no le abandonará: Eres tú, Guadarrama, viejo amigo… ¡Oh, sí!, llevad, amigos, / su cuerpo a la montaña, / a los azules montes / del ancho Guadarrama.
El 25 de noviembre de 1919, llega a la ciudad para hacerse cargo de la cátedra de Francés del instituto General y Técnico. Toma como residencia la modesta pensión de doña Luisa Torrego, en la umbría de la catedral, por el precio diario de 3,5 pesetas. El Adelantado le recibe con un afectuoso saludo: Mucho celebramos que encuentre grata su estancia en esta vieja ciudad castellana, donde seguramente hallará motivos de inspiración el genial poeta
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Pronto, se integra en la recién creada Universidad Popular, encomiable proyecto cultural ciudadano que sigue fecundo un siglo después, desde 1955 como Academia de Historia y Arte de San Quirce.
Durante su estancia en Segovia, colabora en periódicos y revistas, publica en la Revista de Occidente el inicio del Cancionero Apócrifo, escribe y estrena con su hermano Manuel varias obras de teatro en Madrid… Y versos muy cercanos: En Segovia, una tarde, de paseo / por la alameda que el Eresma baña, / para leer mi Biblia… ¡Torres de Segovia, cigüeñas al sol!… Verdad que el agua del Eresma / nos va lamiendo el corazón… En San Millán / a misa de alba / tocando están…
¡Blanca hospedería, / celda de viajero, / con la sombra mía!
Nadie más viajero que un poeta encerrado con su propia sombra. En esta humilde hospedería, Machado refuerza los símbolos de su poesía: fuente, camino, río, mar, sueño, tarde, fuego… Se abre a nuevas etapas, filosófica y folclórica, y también al amor, con la irrupción de Guiomar, como hojas verdes de un olmo seco.
Ya ha sufrido dieciséis años de duelo desde que murió Leonor (Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería); sin embargo, en 1928, a través de una concertada «cita a ciegas» en el vestíbulo del hotel Comercio de Segovia, conoce a Pilar Valderrama, una poetisa de la alta burguesía madrileña, monárquica, religiosa, conservadora, catorce años más joven, casada con un ingeniero, madre de tres hijos… Antonio se enamora como un adolescente de Pilar. Será su musa con el seudónimo de Guiomar. Se ven semanalmente en Madrid y su relación dura hasta 1936. El amor es ciego.
La vida cultural de Madrid es un imán para el poeta. El tren será su aliado para atravesar el Guadarrama: Hacia Madrid, una noche, / va el tren por el Guadarrama. / En el cielo, el arco iris / que hacen la luna y el agua. 1927 es elegido miembro de la Real Academia de la Lengua. Esboza un breve borrador, pero no lo termina ni muestra interés en tomar posesión, quizá la respuesta esté en unos versos de Proverbios y Cantares: Nunca perseguí la gloria / ni dejar en la memoria / de los hombres, mi canción. Como la sencilla metáfora de la sombra del viajero y la gloria; si la persigue, no la alcanzará nunca; si camina hacia el sol, es posible que ella le busque.
El 14 de abril de 1931, el poeta encabeza la comitiva y sube al balcón del Ayuntamiento de Segovia para proclamar la República. Declina intervenir. Toma un último café y consume su enésimo cigarrillo en el bar Juan Bravo. Cansado y risueño, regresa a la pensión. Todos duermen.
A la mañana siguiente, en la cocina, doña Luisa le entrega una carta que acaba de llegar. La coge y regresa apresurado a su cuarto; tras leer la misiva dos veces, nota cómo dentro de su pecho crece el fuego.
Se acomoda ante la mesa camilla, moja la pluma en el tintero y sobre una cuartilla escribe: Recibí tu carta, diosa mía, después de tres días de trajín e insomnio por los sucesos políticos. Fuimos cuatro republicanos platónicos los encargados de mantener el orden y ejercer el gobierno interino de la ciudad. He aquí toda la intervención de tu poeta en el nuevo régimen, del cual ha de permanecer tan alejado como del viejo… No te olvides de tu poeta… ¿Sabes? Antonio.
Un año después, se marcha de Segovia cargado de emociones y tan ligero de equipaje como llegó. Siguió su largo camino hacía la mar, acompañado por la condición democrática sobre la cultura que alumbró su vida: en cuestiones de cultura y de saber sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da.
En 1951, la Universidad Popular compra la vieja pensión por el precio de 90.000 pesetas, a través de un préstamo de la Caja de Ahorros de Segovia (tal como hemos adquirido nuestras respectivas viviendas la mayoría de los segovianos que venimos de abajo).
Rehabilitado y conservado con esfuerzo, acierto y dignidad, el humilde inmueble ha sido durante 73 años un templo de cultura. Dentro viven los detalles precisos: el busto de Emiliano Barral en el jardín, la cuidada biblioteca, el patio interior para actos afines, una litografía de Picasso, un oleo de Jesús Unturbe, otro de Leandro Oroz, una aguatinta de Muñoz de Pablos, una cerámica de Daniel Zuloaga…
Frecuento la casa, ayer pensión, hoy museo y mañana monumento, donde palpo la impronta del poeta, como un viejo amigo. Soy machadiano.
Que interesante y bonito relato
Yo también soy Machadiano.Un abrazo
Precioso relato.
Me ha encantado leerlo.
Muchas gracias por acordarte de enviarme este bonito regalo.
Hermosa evocación de los años segovianos de Antonio Machado.
Machado es el único poeta al que muchos de sus lectores llegamos a considerarle un amigo, alguien cercano con el que mantenemos conversaciones imaginarias sobre esto o aquello.
Un amigo y un maestro, por su obra y por su vida.
Su luz continúa iluminándonos desde Colliure.